El gato con botas
El gato con botas de Charles Perrault Dejó un molinero por todo patrimonio a sus tres hijos, el molino, el asno y el gato. El reparto fue cosa breve, sin necesidad de la intervención del notario ni del procurador, quienes se hubieren comido muy pronto la pobre herencia. Al hijo mayor correspondiole el molino, al segundo el asno y al menor el gato. Este no podía consolarse de haberle tocado tan pobre lote y se decía: -Mis hermanos podrán ganarse la vida honradamente formando sociedad; pero cuando me haya comido el gato y echo un manguito de su piel, no me quedará otro recurso que morirme de hambre. Maese Zapirón, que oía estas palabras, pero sin que al parecer fijara en ellas la atención, le dijo: -No os pongáis triste, señor amo. Dadme un saco y un par de botas para penetrar en la maleza y os convenceréis de que el lote que os ha correspondido no es tan malo como creéis. Aunque el dueño del gato no hizo gran caso de lo que le dijo, como le había visto hacer tantas...
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