Los caprichos de la moda en el siglo XIX
Bajo la influencia del romanticismo Entre 1820 y 1840, la moda femenina sufre la influencia del romanticismo que trata de buscar un cambio en el orientalismo o el culto al pasado. La cintura, marcada de nuevo por un corsé, vuelve a su lugar normal. La falda se abre para que su vuelo esté en equilibrio con unas mangas cada vez más voluminosas. A partir de 1834, esta amplitud se desliza hacia el puño y más tarde cede su lugar a la manga pegada de 1840. Por esas mismas fechas, la falda, ligeramente acortada en 1830, vuelve a alargarse hasta el suelo y reposa sobre innumerables enaguas. Múltiples perifollos adornados de bordados blancos adornan los vestidos. Sobre estos cuellos, toquillas y chales se usan, para la calle, manteletas o grandes chales de cachemir. Una capota de coronilla elevada tapa en 1830 los rizos de pelo. Se reduce de altura en 1840 cuando el chongo vuelve a estar en la nuca. Los hombres, a imitación de las mujeres, llevan un corsé que les estrangula la cintura y les abomba el pecho, y una levita ceñida cuyas mangas están fruncidas en las sisas.
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