Peinado y maquillaje: un juego de equilibrio
Volver a la naturaleza Al final del S. XVIII, el peluquero Léonard lanza el peinado «a lo niño» para María Antonieta y el gusto por la antigüedad devolverá la naturalidad al peinado y al maquillaje. El romanticismo proscribe el carmín y el lápiz de ojos, pero los peluqueros femeninos estaban llenos de ideas y la llegada de la «jirafa» proporcionará un peinado aéreo y espontáneo. El Segundo Imperio favorecerá el uso de las bellas y pesadas diademas encuadrando una tez nacarada conseguida a base de la peligrosa sal de bismuto, ojos agrandados por el khol y párpados sombreados con incienso. El rosa de los labios se utilizará por la tarde, con la boca bordeada de blanco.
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