Ana Karenina V: Capítulo XXVII
Ana KareninaQuinta parte: Capítulo XXVII de León Tolstoi A esta lección seguía la de su padre. Mientras él venía, Sergio se sentó a la mesa, jugueteando con el cortaplumas y pensando. En el número de las ocupaciones predilectas de Sergio figuraba la de buscar a su madre en el paseo. No creía en la muerte en general, ni en particular en la de su madre, aunque Lidia Ivanovna se lo dijera y papá se lo hubiera confirmado. Por eso, aun después de decirle que había muerto, cuantas veces salía a pasear continuaba buscándola. Toda mujer llena, graciosa, de cabellos oscuros, le parecía su madre. En cuanto veía una mujer así, se elevaba en él un sentimiento tan dulce que se ahogaba, y las lágrimas le acudían a los ojos. Esperaba que ella, en aquel momento, se acercase a él y se levantase el velo. Vería todo su rostro sonreírle, la abrazaría, percibiría su perfume y la suavidad de su mano y lloraría de dicha, como una noche en que se tendió a sus pies y ella le...
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