Ángel Guerra: 011
Ángel Guerra Primera parte - Capítulo II - Los Babeles de Benito Pérez Galdós IV Aquella noche, cuando Dulce entró en la guarida de los Babeles, la primera persona que vio fue su madre, que salía de la cocina, encendido el rostro, desgreñada la blanquecina crencha, y con todas las trazas de haber padecido recientemente uno de aquellos arrechuchos que perturbaban su claro juicio. Alegrose la pobre señora de ver a su hija, más que por verla por recibir de ella el socorro que esperaba, y antes de que la joven acabara de sacarlo de su portamonedas, ya doña Catalina estaba echándole las uñas. -¡Ay, hija de mi alma, qué a tiempo has venido! Estamos con el chocolatito de esta mañana... ¡Y ese fanfarrón, ese hombre ordinario, que no fue persona hasta que le casaron conmigo, se atreve a ponerme unos morros así, porque no le mantengo el pico!... ¿Pero de dónde he de sacarlo yo, si él no lo trae, el muy gandul?... Te digo que así no se puede vivir. Me puse muy mala,...
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