Cañas y Barro: 150
none Pág. 150 de 158 Cañas y Barro Vicente Blasco Ibáñez -Búscala...!, búscala! volvió a ordenar con imperio al pobre animal. Y otra vez se metió entre los carrizos, moviendo la cola con expresión de desconfianza. Ella encontraría el pájaro. Lo afirmaba Tonet, que la había hecho realizar trabajos más difíciles. De nuevo sonó el chapoteo del animal en la selva acuática. Iba de una parte a otra con indecisión, cambiando a cada momento de pista, sin confianza en su desordenadas carreras, sin osar mostrarse vencida, pues tan pronto como tornaba hacia las barcas, asomando su cabeza entre las cañas, veía el puño del amo y oía el «búscala! » que equivalía a una amenaza. Varias veces volvió a husmear la pista, y al fin se alejó tanto en sus invisibles carreras, que los cazadores dejaron de oír el ruido de sus patas. Un ladrido lejano, repetido varias veces, hizo sonreír a Tonet. ¿Qué tal? Su vieja compañera podría tardar, pero nada se le...
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