Cañas y Barro: 98
none Pág. 98 de 158 Cañas y Barro Vicente Blasco Ibáñez Mentira..., mentira! -gritó Tonet, con el ansia del culpable. Cañamel le miró de un modo que le hizo ponerse en guardia, con cierto miedo. Sí; seguramente era mentira. También creía él lo mismo. Esto les valía a Neleta y a Tonet; porque si él llegase a sospechar remotamente que pudieran ser ciertas las porquerías que aquellos canallas habían cantado la noche anterior, era hombre para retorcerle el pescuezo a ella y meterle un escopetazo a él entre ceja y ceja. ¿Qué se había figurado? El tío Paco era muy bueno, pero a pesar de su enfermedad, resultaba tan hombre como cualquiera cuando le tocaban lo suyo. Y el tabernero, temblando de sorda cólera, se paseaba, como el caballo viejo y enfermo, pero de raza fuerte, que sabe encabritarse hasta el último momento. Tonet miraba con admiración al antiguo aventurero, que, en su enfermiza indolencia, panzudo y ablandado, encontraba aún la energía de sus...
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