Cuando la mulata noche
Cuando la mulata noche de Tirso de Molina Cuando la mulata noche con sus higas de azabache, sale a estrellarse con todos lleno el rostro de lunares; cuando brujas y lechuzas a lustras tinieblas salen, a chupar lámparas, unas, y otras a chupar infantes, me salí confuso y triste a buscar un consonante ¡forzosa pensión de aquéllos que comen uñas y guantes! Los ojos puse en la luna, y vi que estaba en menguante, porque tuviese mi bolsa con quien poder consolarse. Pero divirtióme de ella un ¡ce! ¡ce! que por celajes de un manto, fue Celestina, creyendo yo que era un ángel. Conocí que era mujer, si ansí merece llamarse una cara Polifema y unos ojos Sacripantes. Trabamos conversación, porque quisiera trabarse, no siendo de Calatrava a un doblón Abencerraje. Brindóme con una mano, y a fe que bastó a picarme, pues topé cinco punzones en vez de cinco dedales. Desde la mano a la boca quise hacer un pasacalle cuya población ha meses que ya por el suelo...
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