Dos poemas políticos
I. Carencias urbanas (1974) Esta ciudad —nacida de las aguas— no tiene ríos ni lagos verdaderos; todos fueron trocados por el polvo que periódicamente nos invade, nos asfixia, nos duele como rezago de pacientes crímenes. Bajo ‛las torres cuya cumbre amaga’ esta ciudad reduce los colores al insignificante claroscuro; cubre sonámbula sus amapolas y ofrece cardos a la sed furtiva. En el fondo carece de refugios para los malheridos o los débiles. Rabia, duerme, trajina, pero no considera la punzante soledad en las últimas esquinas. Es una gran caserna sin estilo, donde se cobra más de lo prudente. Púdrese ya, Bernardo de Balbuena, la por ti sazonada golosina sabrosa de las vidas. ¤ ¤ ¤ ¤ ¤ ¤ II. Una ciudad en manos de la muerte Réquiem no, sino duro lamento. Rebeldía en son de retirada, sin virtud benigna que pueda quebrantar a la dolencia. Plegaria no. Furores todavía, la ley por blanco y la razón por flecha. Muerta va la ciudad;...
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