El clavo :17

15/12/2010 867 Palabras

- XVII -Último viaje Llegó la mañana de la ejecución sin que Zarco hubiese regresado ni se tuvieran noticias de él. Un inmenso gentío aguardaba a la puerta de la cárcel la salida de la sentenciada. Yo estaba entre la multitud, pues si bien había acatado la voluntad de mi amigo no visitando a Gabriela en su prisión, creía de mi deber representar a Zarco en aquel supremo trance, acompañando a su antigua amada hasta el pie del cadalso. Al verla aparecer, costóme trabajo reconocerla. Había enflaquecido horriblemente, y apenas tenía fuerzas para llevar a sus labios el Crucifijo, que besaba a cada momento. -Aquí estoy, señora... ¿Puedo servir a usted de algo? -le pregunté cuando pasó cerca de mí. Clavó en mi faz sus marchitos ojos, y cuando me hubo reconocido, exclamó: -¡Oh! ¡Gracias! ¡Gracias! ¡Qué consuelo tan grande me proporciona usted en mi última hora! ¡Padre! -añadió, volviéndose a su confesor-: ¿Puedo hablar al paso algunas palabras con este generoso...

This website uses its own and third-party cookies in order to obtain statistical information based on the navigation data of our visitors. If you continue browsing, the acceptance of its use will be assumed, and in case of not accepting its installation you should visit the information section, where we explain how to remove or deny them.
OK | More info