La altísima: 12
Capítulo III 12 Pág. 12 de 21 La altísima- Segunda parte Felipe Trigo Y no eran las diez cuando Alfonso, levantado de la cama á fuerza de timbre él mismo, despertó á su amo, en el apremio de la carta urgente que traía un Continental. Leyó Víctor, con la torpeza del sueño interrumpido. En la calle paraba un carruaje. «Perdóname. Viaje arqueológico del diablo, por media España. Mira qué «oportuno» aviso hallé al llegar. Te escribiré. ¡Es horrible esta vida de las letras!» ¿Qué? ¿Un amigo? ¿Una mujer? ¿Bibly? La voz de una mujer... la de Bibly, sonó fuera con Alfonso. Bibly entró, por la semisombra del salón. Los ojos mal despiertos mirábanla como una visión que llegaba en alborozo, con sombrerito de velo, con guardapolvo de viaje... -Ah, tú, oh, no ves? ¡Me creerías en marcha! No he querido, ¡enferma! Un segundo, y ¡zas!, tren que parte... Pero ¡calla! ¿tal vez, el chico ese que bajaba, mi continental?... ¡qué estúpidos, y la...
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