La corona de fuego: 41
La corona de fuego o los subterráneos de las torres de Altamira de José Pastor de la Roca Capítulo X - El asilo de Santa Susana Libres, gozando del ambiente puro, En plática amorosa La campiña esmaltada y olorosa Hienden en busca de un rincón seguro Que asilo ofrezca a la cautiva hermosa. Ambos jóvenes lograron salir incólumes del subterráneo, y llegaron al valle artificial, donde permaneciera el caballo del cuadrillero atado al mismo árbol donde le dejara poco antes al cuidado de su palafrenero y paciendo en la olorosa floresta. Una vez ya al campo libre, Lucifer cabalgó con su querida en aquel brioso corcel de batalla, y partieron. Aquel grupo hendía el espacio como una exhalación, y el terreno que hollara desaparecía con una rapidez asombrosa. -¿Y qué? decía el joven con cierta expresión apasionada, ¿será posible que nuestro mutuo afecto, nacido en circunstancias tan complicadas y difíciles, haya de llegar a la plenitud de sus aspiraciones? ¿Cómo...
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