La corona de fuego: 57

25/03/2011 2.780 Palabras

La corona de fuego o los subterráneos de las torres de Altamira de José Pastor de la Roca Capítulo IV - Sentencia y protesta Rindieron a su rey pleito-homenaje, ¡Oh, cuán mengua la estrella Del cruel personaje! Aquel día tan esplendoroso y brillante fue poco a poco trasformándose. A la caída de la tarde el cielo estaba ya casi totalmente condensado; las brumas de Levante impelidas por un viento sulfuroso y tibio, amontonábanse en remolinos flotantes, formando movibles capas cenicientas, densas, pesadas, que comprimían la atmósfera como una inmensa cúpula de plomo. Era el viento, como hemos dicho, sulfuroso, acre y tibio, de estridente soplo, y cuyas sonoras y violentas ráfagas levantaban torbellinos de hojarasca y polvo, barriendo el espacio con sus inseguras corrientes que condensaran el éter, como el soplo impuro de la tempestad. Bramaba ésta ya, anunciándose en los aires donde hacía resonar su rencoroso y sordo rugido, y allá hacia el Norte extendíase una...

This website uses its own and third-party cookies in order to obtain statistical information based on the navigation data of our visitors. If you continue browsing, the acceptance of its use will be assumed, and in case of not accepting its installation you should visit the information section, where we explain how to remove or deny them.
OK | More info