La infanta velazqueña
La infanta velazqueña de Mauricio Bacarisse Era la Primavera cadenciosa. La noche prodigaba sus zafiros; arrullaba la fuente rumorosa y el viento se llevaba entre suspiros una lluvia de pétalos de rosa. Cruzaste los jardines de mi ensueño como una grácil y amorosa infanta; me destoqué del negro castoreño, pero al ir a besar tu egregia planta tus ojos se apiadaron de mi empeño. Llevaba el corazón atravesado por todas las infamias de la vida bajo el amplio manteo ensangrentado, y al verte tan propicia y tan rendida me eché a tus pies romántico y cansado. Comprendí que no habías de saciarme de la sed de ideal que en mí brotó; pero tu amor quería recordarme que don Diego Velázquez te pintó y que el lienzo dejabas para amarme. Yo, fuerte en el...
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