Las inquietudes de Shanti Andía: 069
none Pág. 089 de 156 Las inquietudes de Shanti Andía - Libro tercero Pío Baroja -No. -El caballo sabe el camino; le dejará a usted en la herrería de Aspillaga. -Muy bien. La noche había aclarado; la luna, en creciente, aparecía envuelta en nubes, y su luz alumbraba con vaguedad el mar. El viento bramaba furioso. Círculos de espuma fosforescente brillaban sobre las olas. Como me había dicho Allen, el caballo sabía el camino y tuve que refrenarlo para que no partiera al galope. Llegué rápidamente a la herrería, y de allí, a pie, volví a mi casa. No sabía qué decir a mi madre; quizá le iba a producir una gran emoción hablándole de que su hermano vivía a poca distancia de ella, enfermo, casi moribundo. Cuando entré en mi cuarto, mi madre, aún despierta, me preguntó desde la cama: -¿Te ha ocurrido algo? -No, nada. -¿Te has mojado? -No. -¿Pasa algo importante? -No; mañana te lo diré. Guardé en el cajón de la mesa, bajo llave, la carta que me...
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