Las mil y una noches:810
Las mil y una noches - Tomo V pero cuando llego la 842ª noche de Anónimo PERO CUANDO LLEGO LA 842ª NOCHE Ella dijo: ...Y el niño, siempre despierto, habló al conejo, por más que éste no tenía orejas, y le dió tan buenos consejos, que hubo de exclamar el aludido: "¡Qué maravilla! ¡qué maravilla!" Y continué, ¡oh mi señor! alentando al niño a conversar de aquel modo con su adversario, cambiando cada vez de motivo de conversación, y haciéndole aludir a cada tributo, tomando y dando, sin olvidar al gato sin bigotes, ni al pichón sin mancha, ni a la cuna, que estaba muy caliente, ni al nido sin huevo, que estaba nuevecito, ni a la grapa a la medida, que encajó sin arañarse, ni al abismo magnético, donde se sumergió oblicuamente para permanecer púdico, e hizo pedir gracia a la propietaria, diciendo: "¡Abdico! ¡Abdico! ¡Ah! ¡qué garrote!", ni a la rosca adaptable, de la que salió más invulnerable y más considerable, ni, por último, al albergue de mi...
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