Miguel Strogoff: Primera parte: Capítulo VII
Descendiendo por el Volga Poco antes del mediodía, la campana del vapor atraía al embarcadero a una gran cantidad de gente, ya que allí acudieron los que partían y los que hubieran querido partir. Las calderas del Cáucaso tenían la presión suficiente. Su chimenea dejaba escapar una ligera columna de humo, mientras que el extremo del tubo de escape y las tapaderas de las válvulas se coronaban de vapor blanco. No es necesario decir que la policía vigilaba la partida del Cáucaso y se mostraba implacable con aquellos viajeros que no reunían las condiciones exigidas para abandonar la ciudad. Numerosos cosacos iban y venían por el muelle, prestos para acudir en ayuda de los agentes, aunque no tuvieron necesidad de intervenir, ya que las cosas se desarrollaron sin incidentes. A la hora fijada sonó el último golpe de campana, se largaron amarras, las poderosas ruedas del vapor golpearon el agua con sus palas articuladas y el Cáucaso navegó entre las dos ciudades que...
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