Rojo y negro: Capítulo LX
Rojo y negro de Stendhal Un palco en los bufos As the blackest sky Forcels the heaviest tempest. Don Juan, IV, 76 La escena que dejamos reseñada, escena de interés inmenso, dejó a Julián más maravillado que feliz. Las injurias de Matilde fueron para él demostración palmaria de las excelencias de la política preconizada por el príncipe ruso. -Hablar poco y obrar poco; en esto estriba mi esperanza única de salvación- se dijo Julián. Nuestro amigo levantó a Matilde, la colocó sobre el diván, y continuó mudo y severo como una esfinge. Repuesta Matilde de su desvanecimiento, comenzó a derramar copiosas lágrimas. Tomó en sus manos las cartas, las sacó de sus sobres y no pudo contener un movimiento nervioso cuando reconoció la letra de la mariscala. Daba vueltas a las cartas sin atreverse a leerlas; casi todas ellas tenían seis carillas. -¡Contéstame, por favor!- exclamó al fin Matilde, con voz suplicante, pero sin osar mirar a Julián-. Sabes muy bien que soy...
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