VIII. En Birmania
La batalla de los elefantes Unos años antes de la llegada de Marco Polo a China, el rey de Birmania, Narathihapate, se enfrentó con Kublai negándose a pagar el tributo que éste exigía a los reyes de los reinos fronterizos, y Kublai se vio obligado a enviar su ejército contra él. La batalla que libraron los dos ejércitos pasó a la historia por su dureza y por lo excepcional de los contendientes, pues se trataba, por un lado, de 2.000 elefantes de guerra y por otro, de arqueros a caballo. Hasta entonces, los mongoles pasaban por ser los mejores guerreros del mundo, pues nadie había podido derrotarles; pero era la primera vez que se enfrentaban a semejantes adversarios. La batalla tuvo lugar en una planicie del río Taiping, a unas ochenta millas de Yunchang, aunque Marco Polo dice que se dio a las afueras de la ciudad. Esto era casi imposible, porque para llegar allí hubieran tenido que cruzar los birmanos el Saluén, con sus dos mil elefantes, que con toda seguridad no hubieran podido vadear la corriente. El ejército birmano estaba mandado por el mejor general de su ejército, y al frente de los mongoles iba el gobernador de Yunchang, llamado Nasruddin, aunque Marco Polo dice que los mandaba el propio Kublai. Las fuentes de información que tuvo en lo referente a esta batalla no fueron muy exactas. Los mongoles se situaron en la llanura que hemos mencionado antes, teniendo un bosquecillo a sus espaldas; su número era de doce mil jinetes, mientras que el adversario contaba con los elefantes, que además iban provistos de torretas con hombres, y con un ejército de a pie de sesenta mil soldados. El orden de combate era el siguiente: en el centro avanzaban los elefantes; atrás y a los lados, la infantería. Frente a ellos, los mongoles se desplegaron en línea, de espaldas al bosque, y aguardaron el ataque. Aunque todavía no se empleaba la pólvora con fines bélicos, las batallas no eran silenciosas; era costumbre que los ejércitos avanzasen al son de tambores, trompetas, gongs y otros instrumentos para infundir valor a los soldados propios y atemorizar a los enemigos; de modo que el avance de los elefantes se debía realizar en medio de un terrible estrépito. Los elefantes habían sido siempre en la India y en Birmania una pieza clave en las batallas. Llevaban, como hemos dicho, una torre de madera que servía para alojar arqueros y lanceros, y estaban protegidos por una armadura ligera, suficiente para defenderlos de los arqueros birmanos; pero los mongoles eran mucho más hábiles en este sentido. El papel de los elefantes en estas guerras era semejante al de los tanques en las actuales; cuando llegaban a alcanzar a los soldados de infantería, los deshacían con sus trompas y colmillos, así que no había ejército capaz de detenerlos. Los mongoles conocían los elefantes, ya que Kublai los utilizaba para trasladarse de un lugar a otro y para cazar, pero nunca los usaban en la guerra. El general Nasruddin se enfrentaba con el difícil problema de cómo detener aquella terrible fuerza; así pues, cuando los birmanos avanzaron con los elefantes en medio de la formación, desplegó a los arqueros y esperaron hasta tenerlos a tiro. Entonces quisieron utilizar la tradicional táctica que les daba siempre la victoria, y que consistía más o menos en desconcertar al enemigo atacando de frente, desviándose sin dejar de disparar, atacar los flancos y hacer un movimiento envolvente; todo esto requería una gran movilidad para no presentar blanco. Pero ocurrió que cuando los caballos de los mongoles vieron a los elefantes, que parecían aún mayores por las torres, sintieron tal pánico que los jinetes no podían dominarlos, ni siquiera utilizando ambas manos, lo cual les impedía ya disparar sus arcos; muchos caballos tiraron a los jinetes mientras los arqueros birmanos disparaban desde las torretas. El general Nasruddin no perdió la sangre fría y ordenó a sus hombres que desmontaran y ataran los caballos, y que ellos mismos se protegieran tras los árboles del bosque. Entonces los elefantes, al querer avanzar, chocaban con las ramas y las torres se deshacían, produciéndose entre sus ocupantes muchos muertos y heridos. Los mongoles atacaron aprovechando la confusión y empezaron a disparar contra los elefantes, que, aterrorizados, volvieron grupas y cayeron sobre los sesenta mil infantes que los seguían, sembrando una gran confusión en sus propias filas; estaban acribillados a flechazos y corrían de un lado a otro desesperadamente, sin que nadie los pudiera controlar. Por fin fueron a refugiarse en otro bosquecillo que había no lejos de allí. Aprovechando el desorden reinante en el bando enemigo, los mongoles salieron en pos de los elefantes después de montar de nuevo en sus caballos: «Agotadas las saetas, pusieron mano a la espada y al machete y se echaron encima con furia increíble. Caballeros y caballos caían al suelo en la refriega, cercenaban brazos y piernas y el suelo estaba sembrado de cadáveres. ¡Ni el dios tonante metiera más ruido! Se oían alaridos, gritos desgarradores por doquier. Y, sin embargo, los tártaros tenían la ventaja a pesar de todo, pues el ejército del rey, mayor en número, había quedado diezmado. En llegando al mediodía, el rey y sus milicias quedaban en tan mal estado que ya no podían aguantar y vieron que permaneciendo allí no quedaría ni uno solo con vida. Entonces se dieron a la fuga, y los tártaros arreciaron contra ellos; mas de pronto se acordaron de los elefantes que estaban en el bosque y fueron por ellos. Cortaban los grandes árboles para impedir que éstos se les escaparan, y los elefantes, al reconocer a la gente del rey que traían prisionera, se apaciguaban, porque estas bestias tienen gran entendimiento; de modo que pudieron cogerlos a todos. Y de esta batalla tuvo el Gran Khan no pocos elefantes. Y así acabó esta contienda tal como habéis oído». Efectivamente, para capturar los elefantes tuvieron que emplear los mongoles a los soldados birmanos que habían hecho prisioneros. Desde esta fecha, los ejércitos de Kublai empezaron a utilizar los elefantes en las batallas. Marco Polo no estuvo presente ni fue testigo de estos hechos. Los incluye en el Libro porque se dio cuenta de que tenían una gran importancia táctica; por eso se molesta en describir minuciosamente la batalla y los movimientos de los contendientes; también saca conclusiones de las causas de la derrota de los birmanos, cuando todo les era favorable al principio. Las razones que da son tres: la primera, que los birmanos no estaban tan bien armados como los mongoles, ya que sus arcos tenían menos alcance y menor poder de penetración; la segunda, que los elefantes no llevaban suficiente protección; de haber tenido una fuerte armadura habrían aplastado a los mongoles, que no los hubieran podido detener con las flechas. La tercera razón es que el general Nasruddin hizo un uso inteligente del terreno, colocándose delante del bosque, donde no podían penetrar los elefantes. Este informe militar, como decíamos antes, le pareció muy importante a Marco Polo. Comprendió su interés histórico y nos señala que supuso la invasión de Birmania algunos años después y el fin de su independencia. Esta terminó concretamente en 1284, cuando fue depuesto el último rey de la dinastía Pagan, la más notable de la historia de Birmania, que se había mantenido al frente del país durante doscientos años.
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