XIV. La entrevista de Guayaquil
San Martín y Bolívar, a solas En el salón de honor, el Libertador presentó sus generales al Protector. Enseguida empezaron a desfilar las Corporaciones, que iban a saludar al ilustre huésped. Una diputación de matronas y señoritas se presentó a darle la bienvenida con una arenga que él contestó agradecido. Después, una joven, de diecisiete años, Carmen Garaicoa, de Guayas, que era la más radiante belleza de Guayaquil, se adelantó del grupo y ciñó la frente del Libertador del Sur con una corona de laurel de oro esmaltado. San Martín, quitándose con amabilidad la corona de la cabeza, dijo que no merecía aquella demostración a la que otros eran más acreedores que él; pero que conservaría el presente por el sentimiento patriótico que lo inspiraba, y por las manos que lo ofrecían, como recuerdo de uno de sus días más felices.
Está viendo el 4% del contenido de este artículo.
Solicite el acceso a su biblioteca para poder consultar nuestros recursos electrónicos.
Ventajas de ser usuario registrado.
Acceso sin restricciones a todo el contenido de la obra.
Sólo información contrastada de prestigiosos sellos editoriales.
Contenidos de renombrados autores y actualizaciones diarias.
La nueva plataforma del Consorcio ofrece una experiencia de búsqueda de fácil manejo y de gran usabilidad. Contiene funciones únicas que permiten navegar y realizar consultas de manera ágil y dinámica.
Convenios especiales: Enseñanza Bibliotecas públicas