Españoles en su homenaje El 25 de octubre cumple Picasso 80 años y en Vallauris se le rinde un homenaje animado por gentes llegadas de todas partes. Se anuncia con carteles la corrida de toros en la que van a lidiar Luis Miguel Dominguín, Antonio Márquez y Domingo Ortega, y será presidida por el pintor. Momentos antes se reúnen en el Gran Café poetas, actores, pintores, que han viajado ex profeso para agasajar al «gran monstruo», como le llamaría Rafael Alberti, presente también con María Teresa León. Y con ellos, Herrera Petere, Manolo Angeles Ortiz, Clavé, Bardem, Paco Rabal…, esperando la llegada de Picasso que aparece, al fin, con Jacqueline a un lado y al otro, Lucía Bosé. En el palco presidencial le rodean sus hijos, Duhamel, Leiris, Prévert, Sabartés, Kahnweiler, Salacrou, Cuttoli… Pablo Picasso — que ha heredado de su padre la afición a la payasada— entra en el ruedo medio disfrazado, al frente de la charanga con la que ha recorrido el pueblo. Las aclamaciones al pintor son constantes. Está eufórico. En el Palacio de Exposiciones de Niza tiene lugar una fiesta en la que actúan artistas de Varsovia, Milán, París, Cuba, Nueva York… Markevich dirige una orquesta que interpreta El sombrero de tres picos, de Falla. Nati Mistral entona canciones españolas y Rabal recita poemas de Alberti y de Miguel Hernández, el bailarín Antonio ofrece un zapateado… Picasso y Jacqueline sonríen satisfechos. Se inagura en Vallauris una galería de arte con obras del maestro. La afluencia es enorme, sumados los turistas a los amigos. Y el homenaje continúa en el gran casino Pal-Beach, de Cannes, con un entusiasmo creciente en honor del genio, que se muestra increíblemente jovial. Se oyen guitarras; Angeles Ortíz canta flamenco. España está presente en el cumpleaños del gran español. Dominguín saca a bailar a Jacqueline, y Picasso, saltando por encima de una mesa, da unos pasos de danza con una amiguita de Catherine. Está rebosante de vanidad, de alegría de vivir, porque el mundo corresponde a su entrega.