Ramón Barce Benito
I. ETAPA DE FORMACIÓN Y PRIMERAS OBRAS (1958-1962) Al término de la guerra civil española (1939), comenzó sus estudios de bachillerato, pero la difícil situación económica de la posguerra llevó a su familia a radicarse en Guadalajara, donde tuvo lugar su tardía iniciación en la música, con el fin de acceder a los estudios de magisterio. Las emisiones radiofónicas también tuvieron un papel de incentivo en su inclinación artística. Tras diplomarse en Magisterio, carrera que no ejerció, siguió su formación musical y se examinó por libre de diversas disciplinas en el Real Conservatorio Superior de Madrid. La situación de la enseñanza musical en esos momentos no era especialmente brillante y, desde luego, se obviaban todas las tendencias heterodoxas. Así, Barce hubo de completar su formación de manera autodidacta, especialmente en todo lo tocante al propio problema de la creación musical. Prosiguió estudios universitarios en Madrid, alcanzando el doctorado en Filosofía en 1956. Por entonces ya había escrito algunas composiciones, especialmente canciones, con textos de un amigo poeta, perdidas y no catalogadas. Es interesante destacar que, a diferencia de algunos otros compañeros de generación, Barce se inició en la composición prescindiendo desde el primer momento de elementos neopopulistas, tan en boga por entonces en España. Las audiciones de Hindemith, Scriabin y algunas obras de Schoenberg están en la base de su primera producción, de forma que aun las obras descatalogadas tienen ya un ambiente de cuño atonal. La Canción blanca, de 1958, con texto de Elena Andrés –que sería su primera esposa–, tiene ya un decidido planteamiento atonal. El Cuarteto nº 1, que por entonces era la op. 10 y luego pasó a ser la partitura que inaugura su catálogo, representa el momento más brillante de esta etapa de formación. Esta obra compensa su fuerte carga expresionista con una organización muy rigurosa. Como el propio autor señala, en un autoanálisis publicado en La Estafeta Literaria (1-VI-1961): “Los elementos expresivos alcanzan una densidad que corría el riesgo de una exasperación expresionista y turbulenta. De manera automática e intuitiva ... compensé este desbordamiento con una organización sonora exhaustiva que entreteje y relaciona hasta la mínima unidad musical”. En estos momentos se organizaron los primeros conciertos de la vanguardia madrileña y el Grupo Nueva Música se presentó a la opinión pública en los conciertos del 9 de marzo y 8 de abril de 1958, para luego integrarse en el seno del Aula de Música del Ateneo. En dichos conciertos Ramón Barce estrenó respectivamente los Once preludios –descatalogados– y la ya citada Canción blanca.
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