Rodolfo Bernardo Arizaga

12/12/2014 4.368 Palabras

I. BIOGRAFÍA Estudió piano con Elisa Frei desde los ocho años hasta su ingreso en el Conservatorio de Buenos Aires, donde fue discípulo de Alberto Williams y de José Gil. A los catorce años obtuvo el título de Piano y a los quince compuso su primera obra, Aires bohemios, para piano. En 1943 obtuvo el título de profesor de Armonía y continuó perfeccionándose en piano con Williams. Entre 1945 y 1947 trabajó composición con Luis Gianneo, a través de quien se acercó a un personaje clave en su vida: Juan José Castro. Hasta el año 1949 escribió alrededor de ochenta composiciones, producción que fue catalogada por Arizaga como “primeras obras”. A los veinte años comenzó a trabajar en una actividad que fue para él casi tan importante como la música: el periodismo. Esta situación le permitió contactar no sólo con el mundo artístico local sino también con el extranjero, a través de numerosos viajes que realizó como corresponsal. Entre las obras compuestas en los años 1952-54 destacan Cantatas humanas, Martirio de Santa Olalla, Passacaglia y Libro de poemas y canciones. Ocupó el cargo de secretario de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires hasta 1954. Desde entonces y hasta 1956 trabajó en París para el diario Clarín de Buenos Aires. Esta situación le permitió estudiar composición con Nadia Boulanger, asistir al curso de análisis y ritmo dictado por Olivier Messiaen y estudiar ejecución del ondas Martenot con Giannette Martenot. A su vuelta a Buenos Aires fue nombrado secretario de la Orquesta Sinfónica Nacional. Entre 1959 y 1960 estudió orquestación con Teodoro Fuchs. En ese último año ejerció como profesor en el recientemente organizado Instituto Superior de Música de Rosario. En 1961 escribió una biografía de Manuel de Falla. Al año siguiente viajó a Europa becado para estudiar música aplicada al teatro, pues desde 1952 manifestó interés en el género y muchas obras teatrales contaban con su colaboración. En 1963 escribió una biografía de Juan José Castro. En 1964 se produjo un cambio importante en su labor periodística, al incorporarse al equipo de la revista Primera Plana, en la que trabajó durante siete años y se ocupó no sólo de la crítica musical circunstancial sino también de artículos de fondo. Al renunciar en 1973 continuó su labor de crítico sólo en radioemisoras.

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